TOMEMOS UN CAFÉ
Tomar una buena taza de café no es sólo un empujón para salir de la cama, sino un interludio agradable, un pequeño descanso en el día. Tomo muchos, lo confieso. Sin embargo, tenga en cuenta que para los que llevan a Nápoles en la sangre, la adicción al café no se considera un vicio.
Pensé que vivir en Florencia me quitaría estos agradables momentos, pero en cambio, aprendí que en la Toscana también hay una sólida tradición cafetera. Y luego, al final de un recorrido, es agradable encontrarse paseando con los turistas entre los cafés históricos de Florencia, como el Paszkowski, el Giubbe Rosse o el Gilli. Ya en el siglo XIX había importantes tostadores de café en Pisa, Livorno y Florencia, donde una conocida empresa producía café Touba, que era una mezcla de café y pimienta longum officinarum. Parece que esta mezcla tenía propiedades terapéuticas.
Afortunadamente, todavía se pueden encontrar en Florencia las antiguas tiendas coloniales de “Sali e Tabacchi” que venden granos de café tostado de las distintas torrefacciones, sólo hay que saber dónde están. Descubrirá que puede haber muchas variaciones, desde el tueste hasta el origen de la planta, y podrá llevarse a casa parte del aroma de la Toscana.